Reinaldo Merlo se retiró de la cancha triste por lo ocurrido. Caminó rápidamente mientras trató de acomodarse con la mano derecha su melena de color mostaza. No se resignaba al empate de Barcelona 1-1 con Macará, ayer en el Bellavista ambateño.
El entrenador recibió el pitazo final con dolor. Movía la cabeza de un lado al otro en señal de negación. No aceptó que su equipo haya cedido el empate en los últimos minutos y jugando con un hombre más por la expulsión de Enrique Gámez casi todo el segundo tiempo.Y los futbolistas de Barcelona lo entendieron igual. Con la mirada al piso y un lento caminar, se retiraron hacia los camerinos. David Quiroz se sacó la camiseta de la pantaloneta mientras a un costado, el golero Pablo Santillo seguía de pie mirando la cancha.El arquero gaucho tenía un motivo extra para estar triste. No pudo romper el récord de la portería con más minutos sin ser vencida. Su invicto terminó a los 795 minutos.Ni los cánticos de apoyo de sus hinchas, quienes llenaron la general sur, lograron que cambiaran de semblante.El punto conseguido en Ambato supo a poco para los canarios, tanto por las condiciones en las que se dio el encuentro, como por la victoria conseguida por el Deportivo Quito, que se aleja cada vez más en la punta de la liguilla.Barcelona pagó caro a su falta de ambición. Si bien es cierto se defendió con orden en los primeros minutos y sacó al Macará hasta la mitad de la cancha, el cuadro canario no elaboraba jugadas de peligro.
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