domingo, 12 de octubre de 2008

Tres puntos a favor...pero varios en contra


La victoria por 2-1 en el clásico rioplatense le alcanzó a la Argentina para descomprimir una situación incómoda en la tabla de posiciones y tensa alrededor de Basile, pero la selección volvió a decepcionar en varios aspectos que exigen urgente corrección.

Los cracks no trasladan su potencial
Ninguno de los Cuatro fantásticos brilló; por cierto, nadie mereció más que un 5 en las calificaciones. Juan Román Riquelme se diluyó al compás de un estado físico que lo fue abandonando y le quitó frescura para jugar; Agüero definió en posición de centroatacante, pero vivió encajonado por un ataque que lo asfixió; a Tevez no le faltó compromiso, pero también pareció prisionero de una parcela -la izquierda- que recortó su productividad, y Messi, más allá de que convirtió por primera vez en Buenos Aires, nuevamente se esfumó en promesas. Leo sigue postergando ese partido consagratorio en la Argentina. Las tres referencias ofensivas (Messi/Agüero/Tevez), lejos de enriquecer la partitura con sus cualidades, parecieron empequeñecerse, recortar su capacidad. A los tres les cuesta jugar sin la pelota, aparecer por sorpresa, marcar las descargas, ocupar los espacios para distraer marcas y permitir que la maniobra salga por el otro costado... Sin ser necesariamente egoístas entre sí, son esencialmente solistas en su concepción de juego.
Con fallas en la propuesta y el mensaje
Dirigir no se trata de juntar a los mejores. Esa apuesta no asegura un juego sinfónico . El equipo avanza impulsado por las obligaciones y no por la armonía de las sociedades. Así, el traslado casi nunca es pulido. Basile insiste en no ocupar el ancho de la cancha en la elaboración, entonces el eje de Riquelme centraliza el inicio y el equipo no tiene descargas por afuera. Apenas con Zanetti como una opción, Román necesita más pasadores para sus habilitaciones; así, la selección ganaría en dinámica y repentización. Verticalidad, proyección y hombres al vacío se mantienen como asignaturas pendientes. Ante rivales que esperan, posiciones estacionadas descubren las intenciones y facilitan el bloqueo. Sin embargo, Basile insiste. El DT, siempre el dueño de los mensajes mientras los jugadores lo son de los hechos, puso al Cata Díaz por Messi cuando se anunciaban cuatro minutos adicionados. La Argentina terminó angustiada, imaginando fantasmas de otro empate... y Basile reforzó los temores con su última determinación.

No se aprende la leccion disciplinaria
Ni la violenta actitud uruguaya para trajinar el partido ni la vergonzosa diversidad de criterios del árbitro paraguayo Carlos Torres pueden utilizarse como excusas. La Argentina terminó con cinco amonestados, y sólo uno de ellos, Mascherano, recibió la amarilla por juego brusco. Heinze fue sancionado por protestar, Messi y Riquelme por demorar y Tevez por arrojar la pelota afuera. No hay razones que valgan aquí, ni pulsaciones aceleradas; son detalles condicionantes que pueden costar un partido. Por ejemplo, Riquelme y Tevez, por doble amonestación, no estarán el miércoles ante Chile, en Santiago. Dos pérdidas que se podrían haber evitado.

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